El día oscuro.

El 19 de mayo 1780, tan solo siete años después de la tribulación de aquellos días y dieciocho años antes del inicio del tiempo del fin en 1798, se cumplió la señal “el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor”, o como lo expresa San Juan en el Apocalipsis: “el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre.” Mat. 24:29; Ap. 6:12.
El día anterior (18.05.1780) el sol apareció atenuado. Uno podía mirar directamente hacia él. Todo parecía como cubierto de una espesa niebla. El sol se ocultó media hora antes. Los agricultores no podían terminar su trabajo y la luna apareció roja.
Al día siguiente el sol parecía tenue y rojizo. Apareció una gran nube negra y amenazante que afectó al mismo tiempo 65.000 km2. Los árboles y el pasto se volvieron marrón. El ganado regresó cabizbajo a los corrales. Los gallos cantaron y volvieron a sus gallineros. La gente en la calle tuvo temor y fueron a las iglesias. La oscuridad era tan densa que no se podía leer diarios ni revistas. Las mujeres no pudieron cocinar por no poder ver lo suficiente.
La municipalidad de Connecticut siguió sesionando. El famoso coronel Davenport que guió la reunión. Los presentes pidieron a Davenport que se suspendiera la sesión porque el recinto había quedado en una completa penumbra, imposibilitando el trabajo. El coronel Davenport se puso en pie y dijo: “Señores, el día del juicio final puede estar cerca o puede tardar todavía muchos años, nadie lo sabe… Si no está cerca, no tenemos por qué preocuparnos; el chaparrón pasará y seguiremos tranquilos. Pero si el juicio final está muy cerca, yo prefiero que me encuentre cumpliendo mi deber. Por tanto, pido el favor que traigan las velas que sean necesarias para alumbrar el salón”. Inmediatamente, trajeron suficientes velas y la sesión continuó sin problemas.

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Hebreos 3:7,8


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La conciencia es la voz de Dios que se escucha en medio de los conflictos de las pasiones humanas; cuando se la resiste, se contrista al Espíritu de Dios.—Testimonies for the Church 5:120. MGD 202.2.
Los hombres tienen el poder de apagar el Espíritu de Dios; se les deja la facultad de elegir. Se les da libertad de acción. Pueden ser obedientes por el nombre y la gracia de nuestro Redentor, o desobedientes, y sentir las consecuencias.—Obreros Evangélicos, 183. MGD 202.3

El Señor requiere que obedezcamos la voz del deber, cuando haya otras voces alrededor de nosotros instándonos a seguir una conducta opuesta. Se demanda nuestra ferviente atención para distinguir la voz que habla de parte de Dios. Debemos resistir y vencer la inclinación, y obedecer la voz de la conciencia sin discusiones ni transigencias, no sea que cesen sus advertencias y la voluntad y el impulso tomen las riendas. La Palabra de Dios llega a todos nosotros, los que no hemos resistido a su Espíritu mediante la decisión de no oír ni obedecer. Esta voz se escucha en advertencias, consejos y reprensiones. Es el mensaje de Dios para iluminar a su pueblo. Si esperamos llamamientos más estentóreos o mejores oportunidades, la luz puede ser retirada y quedaremos en tinieblas... MGD 202.4

Las súplicas del Espíritu, descuidadas hoy porque el placer o la inclinación nos conducen en dirección opuesta, pueden carecer de poder para convencer y hasta para causar impresión en el día de mañana. Mejorar las oportunidades del presente, con corazones prontos y dispuestos, es la única manera de crecer en gracia y en el conocimiento de la verdad. Siempre debiéramos albergar la impresión de que, individualmente, estamos de pie frente al Señor de los ejércitos; no debiéramos permitir que ni una palabra, ni un acto, ni un pensamiento ofendan el ojo del Eterno...
Si sintiéramos que en todo lugar somos siervos del Altísimo, seríamos más circunspectos; toda nuestra vida tendría para nosotros un significado y una santidad que los honores terrenales no pueden dar.—Testimonies for the Church 5:69, 70. MGD 202.5

El alcance de la salvación

La Biblia es un gran libro; que habla de un Dios grande, de una gran Creación y de una salvación grande; los que tengamos el gran privilegio de estar allí. Dice la Carta a los Hebreos: ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grade?

Dice tan grande, Porque la salvación es tan grande que no se haya con que compararla. Es como el Amor de Dios, cuando San Juan dice: Porque de tal manera amó Dios al mundo. No concreta, no define, y usa la palabra; de tal manera. Esto es porque el Apóstol no halló con que comparar.

La salvación es grande; porque mucho es el pecado, mucha la maldad, mucha la injusticia y mucho el dolor. La salvación es grande; porque Dios es grande, y porque no se trata de una salvación pasajera, momentánea o transitoria.

Es una salvación completa, donde nada se le pueda añadir y donde nada le falta. Donde añadir es un pecado, quitarle es la otra cara de la misma moneda. Es por esto que también es una salvación segura. Jesús dijo: Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco y me siguen, y yo le doy vida eterna.

Aquellos que se allegan a él con arrepentimiento y fe; están seguros en su presencia, miraran su rostro y le servirán; No por ser mejores que los demás, sino por la gracia de Jesús la cual es, poderosa y suficiente.

San Pablo se creía el más pecador de todos los hombres; dijo que,Jesús mostró en él toda su clemencia para ejemplo de los que habían de creer para vida eterna, Dios pone un gran ejemplo porque tiene para ti una gran salvación.

Dijo también el Apóstol: que él era el más pequeño de todos los santos, para que tú y yo pudiésemos estar confiados y seguros en, Una salvación tan grade.

En lugar de quejarnos de la dureza del camino; vallamos dando honor y alabanza; Al que nos amó de tal manera.

Mi fe y mi gratitud aumentan, cada vez que leo una porción de su bendita Palabra!